El sol de México deslumbró en su segunda noche en el Movistar Arena de chile. El astro mexicano brilló como en sus mejores tiempos, sin dejar de lado ciertas actitudes que tienden a confundir al público.
Su show duró poco más de dos horas, tiempo suficiente para demostrar que todo lo que dicen sobre él y sus presentaciones, son mentiras.
Aunque es verdad que tardó 40 minutos en aparecer en el escenario, a ratos se distrae y los espacios entre canciones se extienden más de lo normal, pero son detalles menores frente a un concierto que cumple con lo que todos desean: escuchar grandes éxitos en la voz de un artista que aún tiene mucho por dar de sí.
El “Sol de México”, a sus 48 años, es un cantante que vive una constante lucha consigo mismo: sabe demasiado que es capaz de llenar un escenario y provocar fervor con gestos mínimos. Se da el gusto de cantar pocas frases de inolvidables canciones como “Hasta que me olvides” y “Por debajo de la mesa” y dejar el ambiente disponible para el karoake masivo. Mantener la humildad parece imposible a esas alturas, pero cuando el espectáculo comienza a tambalear, le toma sólo un minuto retomar el pulso para contraatacar con un popurrí de clásicos en los que demuestra de sobra su autoridad.
A ratos, su público es tan incondicional que hasta ciertas acciones de “Micky” pasan desapercibidas frente a las ansias de los presentes por aplaudir una vez más sus piruetas vocales, las que se apreciaron especialmente en el segmento más íntimo al interpretar “La Barca”, “La Mentira” y “Contigo a la Distancia”, acompañado de un piano de cola.
Luis Miguel se basta de sus 30 años de carrera para sostener un show potente, al igual que otros grandes como Julio Iglesias, Raphael y Roberto Carlos. Así, se lo ve a gusto disfrutando de los logros conseguidos tras intensos años de trabajo, paseándose por su repertorio soft pop más conocido (“Suave”, “Te necesito”, “Un hombre busca una mujer”), dejando de lado las rancheras y regalando más de algún recuerdo con “Palabra de honor”, “Decídete” o “La chica del bikini azul”.
Luis Miguel cerró su segunda velada en Chile con el famoso tema “Cuando calienta el sol” pateando pelotas negras que salieron de distintos puntos del escenario, y repartiendo más de 60 rosas blancas entre la audiencia, que a diferencia del público de la primera noche, se quedó sin disfrutar del último tema del setlist: un medley con “Vuelve”, “Eres”, “Cómo es posible que a mi lado” y “Te propongo esta noche”.